Quiero huir lejos, lejos, lejos, …y se que puedo, se que puedo llegar a cualquier parte.
Desde mi habitación me elevo, no estoy.
Cierro los ojos y me dejo llevar. Las paredes que me encierran ahora son de humo, se desvanecen; las traspaso.
Veo lugares lejanos, calles con ritmo. Risas, despreocupación y colores.
Veo ganas de descubrir, veo curiosidad. Veo entusiasmo. Alzo la vista y no alcanzo a ver el final de la calle, ni por arriba, ni por delante.
¡Qué amplitud, qué grandeza!
De repente, un sonido me hace volver, tan rápido que duele.
¡No quiero!
¡No hay remedio!
Ya estoy aquí.
Abro los ojos y reconozco el lugar, el pequeño lugar en donde me encuentro y, nuevamente, me inunda la apatía, la desgana. Y quiero huir, lejos, lejos, lejos….
*Recuerdos de Nueva York desde mi triste cuarto durante época de exámenes universitarios. (Mayo, 2010).